EL ORIGEN.
Antes de comenzar esta aventura, te invito a conocer un poco más a fondo Ducere Lente, así como el movimiento del que surge. De esta forma podrás imbuirte de la filosofía y el espíritu que nos une y caracteriza a los que deseamos llevar a cabo cualquier actividad con la mayor conciencia posible.
Y si a esto unimos nuestra pasión por viajar, conocer, disfrutar y vivir nuevas experiencias, simplemente necesitamos lanzarnos a conocer nuestro entorno más cercano que muchas veces está ahí, ansioso y esperando a contarnos cosas y demostrarnos que muchas veces lo desconocido y aparentemente pequeño puede ser maravilloso.
Así que si te gusta conducir, practiquemos juntos el Slow Driving…
Comenzaremos aprovechando la ocasión para ir conociendo poco a poco espacios y paisajes de Aragón que aun cercanos, no suelen llamar nuestra atención…
Vienes?
Empezamos por viajar Aragón lentamente?
será nuestro el comienzo de una maravillosa aventura que podrá llevarnos a disfrutar de cualquier lugar en cualquier momento si nos dejamos las prisas y lo accesorio apartado durante un rato.
Descubriendo una comarca aun desconocida.
Altas Cinco Villas… territorio y tierra a la que me siento unido en lo personal y que fue escenario de mi primer contacto con la experiencia slow driving.
Un pequeño paraje de la localidad de Asín es desde hace años un lugar que visito a menudo. En el año 1921 Asín vió nacer a mi padre, una de las personas más importantes en mi vida, y desde que nos dejó descansa en este lugar al que me escapo a menudo.
Han sido muchas las veces que he pasado momentos junto a un rosal, unos olivos y unas zarzas en las que al cerrar los ojos puedo escuchar el discurrir del río un poco más abajo.
Me maravilla cómo según la época del año y el momento del día ese paraje, ese entorno cambia y tan solo la presencia del recuerdo y la esencia de una de las personas que me dio la vida, da algo de continuidad a ese entorno.
Por esta razón, han sido muchas las veces que he recorrido la carretera hasta llegar allí y confieso que habitualmente no solía ser muy consciente de lo que ocurría hasta llegar dadas las ganas y el ansia por llegar a estar un rato ahí, con él, escuchando y sintiendo.
Sin embargo, las vueltas a casa eran diferentes…
Entonces ya la paz y el sosiego me acompañaban, mis ojos siempre con lágrimas al arrancar el coche, sin querer marchar, se iban fijando en lo que aparecía ante mí tratando de empaparme de cada aroma y recuerdo que me iba encontrando en el tránsito a mi rutina.
Bajando por la estrecha ( y maltrecha) carretera que comunica Luesia con Ejea de los Caballeros en dirección a esta última villa, disfrutamos de las vistas y las sensaciones de un monte que no hace mucho sufrió un terrible incendio que asoló a gran parte de esta comarca.
Esta carretera, la A-1204, transcurre junto a un río que, caprichoso, como si quisiese darse a conocer a pesar de su pequeñez y aparente insignificancia, cambia de nombre y se adapta a los lugares por los que transcurre.
Así que desde su nacimiento en la Sierra de Luesia con Biel a la vista, arranca llamándose barranco de las Agonías, pasando a tomar el nombre de Asín, la población hacia la que se dirige, hasta que, tratando de diferenciarse al paso por esta población histórica, ya ha tomado el nombre de Río Agonía para regar los términos de Asín y Farasdués.
No mucho más abajo acabará desembocando en el río Arba de luesia, muy cerca ya de Rivas, la última población que atraviesa la carretera, una vez que nos ha mostrado ya el camino que deberemos de tomar hasta llegar a Ejea, la capital de la comarca.
De este modo, y en paralelo al curso del río de nombre injusto pero especial, el afortunado que tenga la oportunidad de recorrer la A-1204 habrá disfrutado, si ha sabido… de un transcurso entre monte bajo y pinos con un descenso acusado que parte de los 810m. De altitud sobre el nivel del mar de Luesia, hasta los menos de 350m. del punto final, Ejea, pasando por los 584m. De Asín….
Al llegar a Farasdués, se tiene la sensación de llegar al culmen de esta carretera puesto que antes de llegar a la población y seguido de un pronunciado descenso, da la impresión de que coronamos el punto álgido, cual puerto de montaña, y tras el cual, al iniciar el descenso, la inmensa llanura de las bajas Cinco Villas aparece ante nosotros dibujando ya el perfil de campos y cultivos hacia los que históricamente las gentes de las poblaciones más pequeñas se dirigían, buscando la comodidad y las posibilidades de que la capital o incluso Zaragoza les brindaban.
Sin embargo, unos kilometros más abajo, cuando ya la pendiente es menor y nos acercamos a Rivas, se divisa algo más en la lejanía.
En una ocasión, mientras la carretera iba descendiendo, pude ver a occidente, como siempre el Moncayo, que como dijo un gran hombre, aparece en el horizonte como un Dios que ya no ampara…y un poco más cerca de nosotros, y tras el lugar que Ejea ha de ocupar en el llano, perfilados a lo lejos los montes de Castejón y el Castellar, reparé en el dibujo algo desplazado a oriente, una silueta que destacaba y que hizo difícil apartar la mirada lo que me obligó a reducir la velocidad ya de por sí baja para poder disfrutar de esa vista…
Me vino a la mente esa preciosa obra titulada “Despacio, Despacio…” de María Novo, en la que invita a reflexionar y a pensar en el tiempo y el uso que hacemos de él, dado que siempre estamos convencidos de que es algo que nos falta….
En uno de sus capítulos, hace referencia acerca de las tres deidades que para los griegos representaban el tiempo, y recuerdo perfectamente la sensación que experimenté al leer lo que refería acerca de una de ellas, Kairós, que para ella se traduce en el momento oportuno, en acontecimiento…ese instante u oportunidad que hace que un momento sea inolvidable y que gotita a gotita conforma las experiencias y vivencias que nos hacen saborear la vida al recordarlas.
Desde aquel día, enfrascado en la lectura y cerrando los ojos para interiorizar lo que nos quería expresar, pensé y pensé y doy fe de que esa idea desde entonces me ha acompañado de un modo casi infantil, de modo que cuando algo extraordinario, inesperado o aparentemente nimio me conmueve, automáticamente viene a mí esa palabra, Kairós!! que hace que de un modo o de otro, en mi deje una impronta no tan solo instantánea sino también en forma de recuerdo.
Aquel día, ese acontecimiento y momento clave fue la visión de un Castillo, el de la Sora, cercano a Castejón y a una distancia considerable pero que no era suficiente para que su magnetismo cobrase cada vez más fuerza.
Lamentablemente nos sorprenderemos cuando al llegar a Ejea de los Caballeros, los dos caminos habituales que continúan para llegar a la gran ciudad no hacen sino bordear esa silueta que tanto me atrajo, de modo que si no decidimos ir de propio, tan solo podremos divisarla en la lejanía, bien en nuestro tránsito hacia Tauste, quedando a la izquierda, o dirección Erla, de modo que quedando a nuestra derecha aparece ante nosotros como un vigilante que ya no lo es, cómo un centinela que ya no ha de cumplir su misión y se conforma con divisar a lo lejos cómo la gente pasa de largo.
Así que fiel a ese espíritu, y a esa forma de entender la vida, la belleza y el placer y dispuesto a que lo desconocido me sorprendiese, y me aportase , apartándome de lo que el resto de los mortales harían, decidí seguir un camino que me mostrase como muchas veces lo desapercibido y aparentemente anodino como veremos, puede ser bello y sorprendente, y un día que no tenía ningún compromiso familiar o laboral, y que me pude permitir dejar el móvil a un lado sin ni siquiera tener que mirar el reloj, decidí seguir la carretera que se dirige a aquel lugar.
De este modo, sin móvil, sin GPS, sin horas… tan solo el camino y yo, decidí buscar la carretera que dirige a Castejón de Valdejasa desde Ejea y poner en marcha esta experiencia y esta forma de conducir y vivir que compartiré e invitaré a vivir y disfrutar a través de mis rutas y vivencias.
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