MOVIMIENTO SLOW
Todo surgió a través de un Clic, como algo improvisado.
Roma, año 1986.
Algo tenemos que agradecer a una conocida cadena norteamericana de hamburguesas que ese año abre un establecimiento en la plaza de España de Roma.
Carlo Petrini, sociólogo, y gastrónomo promueve un movimiento que se contrapone a lo que se comienza a denominar Fast food o comida rápida.
En realidad y curiosamente, el término que aparece como contrario es el de SLOW FOOD aunque no se suele caer en la cuenta de que el problema real de ese tipo de comida ya no tanto la rapidez con la que se prepara, si no la ínfima calidad, la homogeneización de sabores y el tiempo que emplea una persona para masticar y deglutir los bocados, a un ritmo vertiginoso.
En el lugar donde se va a emplazar se convoca una manifestación suponiendo el germen de la fundación del movimiento internacional de Slow food, que se produce en París en el año 1989 y queda plasmada en un manifiesto firmado por delegados de 15 países.
A partir de ese año su crecimiento es exponencial de modo que en los siguientes años se fundan asociaciones en diferentes paises como Alemania, Suiza, Estados Unidos o Reino Unido..
A día de hoy la fundación está presente en más de 160 países con un número de socios que se acerca a los 90 000.
Básicamente, el surgimiento de este movimiento, constituyó una gran aportación en tanto en cuanto lleva a trasladar sus premisas a otro tipo de actividades que adoptan sus principios a la hora de plantear si el actual ritmo de vida es o no sostenible y si nos hace o no felices.
En definitiva plantea una serie de principios extrapolables no solo a las diferentes actividades humanas, sino a cada una de las cosas que hacemos a lo largo de nuestro día a día de modo que nos puede llevar a reflexionar acerca de si estamos haciendo las cosas de forma que nos procure felicidad, oportunidades y posibilidades para crecer, en lo personal y por qué no, en lo profesional.
En ese momento se comienza a avanzar hacia una nueva cultura del tiempo.
Desde su fundación el movimiento Slow food conforme arraigaban sus ideas, comenzó a gozar de simpatizantes y seguidores de su filosofía entre los diferentes lugares a los que llegaba, de modo que fue surgiendo un movimiento mundial que se planteaba desafiar el culto a la velocidad.
Esa llama, actuó como un resorte cuyo máximo valor fue el hacer repensar, reflexionar a muchas personas acerca de si en nuestro día a día, en nuestras vivencias cotidianas obteníamos lo que al fin y al cabo se supone que es el objetivo de cada uno de nosotros… ser feliz.
Y precisamente, esa búsqueda de la felicidad, esa búsqueda del placer se supone que es lo que debería de movernos, lo que debería de hacernos actuar, trabajar, relacionarnos y al fin y al cabo vivir.
No en vano, el manifiesto de fundación del movimiento reza así:
MOVIMIENTO INTERNACIONAL PARA LA TUTELA Y EL DERECHO AL PLACER.
Tras Slow food varios movimientos como Slow Tourism, Slow fashion, una red ciudades Slow e inlcuso Slow sex, se han ido imponiendo a lo largo de los cinco continentes ganando cada día más adeptos que pretenden ser conscientes de lo que llevan a cabo, de lo que experimentan para poder aprovechar hasta el último matiz que su actividad les ofrece.
Nos enfrentamos así a una realidad… nos rebelamos contra un modo de vida que el hombre ha instaurado y en el que la velocidad prevalece y se impone de forma que parece que renunciar a ella es renunciar a la realidad y a lo que nos va a hacer dichosos.
Trataremos de alzarnos marchando contra corriente para decir no, para no asumir como definitivo ese modo de vida, para humanizarlo, adaptarlo y domesticarlo…
Ducere Lente busca ser la aportación a este objetivo, a este reto, a ese desafío…
Al desafío de lo veloz y lo inmediato…
Disfrutando de la conducción, sin poner en riesgo a nosotros ni a nadie y siendo conscientes de lo que hacemos de modo que podamos disfrutar y aprender como de cada actividad que realicemos en nuestro día a día…
Te invito a practicar el Slow Driving